El presidente Nicolás Maduro proyecta una «imagen de comodidad» en el poder y los esfuerzos para pactar unas elecciones con mejores condiciones democráticas en 2024 parecen estancarse entre el congelamiento de negociaciones y la falta de presión al gobierno, consideran expertos.
Maduro, con una oferta vigente de recompensa por su captura por el gobierno de Estados Unidos, viajó este domingo a Brasil para reunirse con su homólogo Luiz Inácio Lula da Silva y participar en la cumbre de presidentes de América del Sur.
Venezuela se encuentra a un año y medio de las elecciones presidenciales de 2024. La crisis política del país petrolero se agudizó en enero de 2019, cuando más de 50 gobiernos del mundo desconocieron la legitimidad de Maduro y reconocieron al gobierno interino de Juan Guaidó, que fue disuelto por la oposición a finales del año pasado.
La plataforma opositora espera mejores condiciones electorales de cara a las próximas votaciones, pero no se reúne a negociar con el gobierno de Maduro desde hace 6 meses. Antes de ese encuentro, el proceso de diálogo estuvo congelado durante 13 meses.
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Una cumbre impulsada por el presidente de Colombia Gustavo Petro en Bogotá, que buscó descongelar el diálogo en Venezuela a finales de abril, tampoco mostró resultados, según el experto en relaciones internacionales Luis Peche Arteaga.
“Maduro parece cómodo en el poder, no parece dispuesto a dar ninguna concesión significativa en este momento”, dijo a la VOA tras el viaje de Maduro a Brasil.
La oposición venezolana enfrenta “un contexto bastante adverso” en los próximos meses, mientras intenta concretar unas elecciones primarias para definir a un candidato opositor y reactivar las negociaciones para 2024, dijo Arteaga.
“Pareciéramos encaminarnos a un escenario donde Maduro va camino a hacer las elecciones de 2024 sin ningún tipo de garantías para los opositores”, señaló.
Según el politólogo Walter Molina Galdi, el chavismo “no tiene ahora mismo ningún incentivo” para mejorar las condiciones electorales, pese a que partidos opositores han hecho demandas para actualizar el padrón electoral, fijar un cronograma amplio de elecciones, y anular la inhabilitaciones de candidatos, entre otras.
La presión interna contra el gobierno de Maduro no va más allá de protestas de sindicatos y trabajadores a favor de mejoras contractuales. Esas exigencias no están coordinadas políticamente por la oposición, apuntó.
Según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, hubo un promedio de 16 protestas diarias durante abril, si bien la cifra total de manifestaciones en las callse (489) fue 36 % menor al mismo mes en 2022 (768).
Oposición no genera presión
La mesa de negociación se ha reducido a un pulso entre dos actores que sopesan cuánto ceder: por un lado, el oficialismo medita cuánto conceder en garantías electorales y, por otro, el gobierno de EEUU examina si flexibiliza, mantiene o arrecia su política de sanciones económicas, dijo el politólogo Ricardo Ríos.
“El pivote interno no genera mayor presión, porque la oposición ha ido perdiendo espacio de una manera progresiva y el poder que acumula hoy no está poniendo en jaque ningún factor del oficialismo”, dijo a la Voz de América.
El estallido de un escándalo por corrupción en la industria petrolera y la posible reanudación de la investigación de la Corte Penal Internacional sobre crímenes de lesa humanidad en Venezuela son parte de las presiones más relevantes que encara el chavismo en la actualidad, subraya el politólogo Leandro Rodríguez Linárez.
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La comunidad internacional parece “cansada” de la crisis en Venezuela y está “desesperada” por reconocer en 2024 a un gobierno confirmado por los actores políticos locales, con el que pueda negociar, trabajar y hacer negocios, agregó Rodríguez Linárez.
Una mejora del tema electoral “no va por buen camino”, no obstante, acotó.
El descontento sigue
La politóloga y docente universitaria María Alexandra Semprún afirma que el descontento popular por el agravamiento de la economía y la ausencia de aumentos salariales, mientras la inflación y las tasas de cambio siguen al alza cada mes, son razones de peso que preocupan al gobierno venezolano.
“Seguimos teniendo el descontento de la gente, esté o no esté interesada en política. El venezolano, aunque esté un poco desmotivado en términos políticos debido al cansancio de una situación que no cambia, está afectado por lo económico y eso no se arregla con bonos del sistema Patria”, que suele pagar el gobierno a millones de personas, dijo a la VOA.
La popularidad de Maduro apenas roza los 20 puntos porcentuales, de acuerdo con las más recientes encuestas de Datanálisis y Datincorp.
La experta Semprún señala que los gobernantes de la izquierda que circunda a Venezuela en la región “no pueden solidarizarse” exitosamente con Maduro por muy afines que sean sus ideas políticas ante la gravedad de reportes internacionales de la Misión Independiente de Verificación de Hechos de las Naciones Unidas, que señalan graves violaciones a los derechos humanos y la comisión de crímenes de lesa humanidad con fines políticos.
El gobierno pareciera que no tiene debilidades, pero debe tener en cuenta el innegable descontento interno y las sanciones».
María Alexandra Semprún, politóloga.
La presión externa sobre Maduro sigue siendo “mucha”, observó.
“A primera vista, el gobierno pareciera que no tiene debilidades y que negocia cómodo, pero debe tener en cuenta el innegable descontento interno y las sanciones, que se ablandaron con los permisos a Chevron”, concluyó. Con Información e Imagen del aliado informativo; la Voz de América (VOA)
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