Corina Landaez: la venezolana que enseña moda sustentable a su comunidad indígena

Una venezolana de 28 años de edad, compartió con la VOA cómo fue su proceso de enseñanza y sus planes a futuro para llevar sus conocimientos sobre costura a las niñas de su comunidad indígena pemón.

Corina Landaez posa a mediados de 2024 en el Parque Nacional Canaima de Venezuela, donde reside una parte de la etnia Pemón.

Corina Landaez posa a mediados de 2024 en el Parque Nacional Canaima de Venezuela, donde reside una parte de la etnia Pemón.

Impulsada por su pasión por la moda sustentable y su comunidad pemón, la venezolana Corina Landaez se ha dedicado desde hace unos meses a impartir clases de costura en estas zonas indígenas con la finalidad de enseñarle a las jóvenes a crear su propia vestimenta y también a cuidar el medio ambiente a través de las prendas.

Hace un par de meses la venezolana de 28 años de edad se volvió viral en redes sociales al mostrar sus orígenes y su trabajo, impartiendo clases de costura y enseñando la importancia del reciclaje de ropa en la etnia pemón.

Gracias a su trabajo tiene una gran comunidad en la red social Instagram, donde acumula 218.000 seguidores.

“Enseñarles a las demás mis conocimientos me llena el corazón y con sus miradas llenas de esperanza me motivan a querer que aprendan más rápido para que también puedan crear, soñar, y ser dueñas de sus vidas. Que este oficio las impulse a ser lo que deseen ser. Porque las aprecio mucho y quiero que todas seamos prósperas”, comentó a la Voz de América.

Clase de costura que imparte Corina Landaez y están dirigidas a niñas pemonas en el Parque Nacional Canaima.

La etnia pemón, de la que es parte Landaez, es una comunidad indígena venezolana que habita en la Gran Sabana y el Parque Nacional Canaima, en el estado Bolívar. Los pemones se dividen en tres grupos: Arekuna, Taurepán y Kamarokoto.

Todos los pemones conservan el idioma (el pemón) y la cultura de sus antepasados gracias a que están dentro de un área turística protegida que cuenta con maravillas como el Salto Ángel, la caída de agua más alta del mundo.

Aunque su traje ancestral es el guayuco, una prenda compuesta por dos trozos de tela rojos sujetos a la cintura y una pieza que cubre los pechos (en el caso de la mujer), actualmente solo lo usan para ceremonias. En su día a día, los pemones han adoptado el uso de vestidos, faldas, pantalones y camisas, además de sandalias de moriche que ellos mismos fabrican.

Sus inicios

Corina Landaez nació en el estado de Guárico, pero fue presentada legalmente en el estado Anzoátegui. Su infancia la vivió entre Delta Amacuro, Bolívar y la comunidad pemón Kamarata, de las que es oriunda su madre.

Corina Landaez mostrando cómo se usa la máquina de coser a su clases de niñas pemonas.

“Viví en otros estados a medida que crecía, como Yaracuy,Táchira, Nueva Esparta y a ratos en el Zulia, Barinas, Caracas, porque iba de aquí para allá y de allá para acá. A donde estuviera mi papá y siempre regresando a mi pueblito donde está mi mamá indígena pemón de Kamarata. En resumen, tengo la sangre pemón por mi mamá, y por mi papá que fue de un extremo a otro, me siento de toda Venezuela

Sus constantes cambios de ciudad no impidieron que la venezolana descubriera temprano que la costura era su pasión. Lo hizo en su adolescencia, gracias a una prima que es diseñadora de moda y la inspiró.

“La veía independiente, dueña de su taller en Caracas, dueña de su tiempo y me gustaba mucho pensar que podía expresar mi creatividad a través del vestuario. En realidad todas mis primas Landaez son para mí la mayor inspiración que tengo en el mundo. Son unas mujeres que se queman las pestañas trabajando y estudiando y, por lo tanto, estables y exitosas. Son mi ejemplo a seguir”, cuenta.

Landaez aprendió a coser mientras vivía sola en una residencia estudiantil. En ese entonces, estudiaba Administración de Empresas y también trabajaba largas jornadas, aunque luego dejó de estudiar debido a que el trabajo consumía mucho su tiempo.

“Cuando decidí aprender a coser sabiendo lo costoso que sería por todas las herramientas que necesitas para este oficio, sabía que sería difícil, pero yo me sembré en la mente que aprendería a coser sí porque sí y haría todo lo que estuviera en mis manos”.

Corina Landaez luciendo una camisa con el nombre de su comunidad Pemona para darles visibilidad en redes sociales.

Pese a las adversidades, la joven comenta que inició su proceso de enseñanza de forma autodidacta. Llegaba de madrugada del trabajo y descargaba los videos de costura que previamente había buscado en un local donde alquilaban computadoras con internet.

“Me ponía a ver los videos porque tenía en el cuarto un televisor y un dispositivo con puerto USB. Así estudiaba aun sin tener máquinas de coser ni nada. Ni un hilo. Era yo demostrándome que haría todo lo posible por aprender”, puntualiza.

En todo su proceso de formación, afirma que su familia jugó un papel clave porque siempre la apoyaron. Fue una de sus tías quien le regaló su primera máquina de coser, mientras que sus primas aportaron las primeras telas y herramientas de costura.

“Mi familia siempre me ha apoyado. Son un pilar muy importante para mí. Sin ellos literalmente no sería nadie. Mi tía me dice que debo darme mérito porque pese a que me regalaron mi máquina de coser para empezar, fui yo quien puso de su parte para aprender así no tuviera los medios económicos”, menciona.

Costura con propósito

Ahora que Corina Landaez imparte clases de costura en la comunidad indígena, trata de transmitir a sus alumnas la importancia de reciclar ropa y también de utilizar hasta el último pedazo de tela al momento de confeccionar, para que nada se pierda y no aporten más contaminación para el medio ambiente.

Landaez ayuda a las niñas y mujeres de la comunidad en la confección de prendas de uso diario, como ropa interior, vestidos, faldas y camisas. Todo ello, en muchos casos, con tela reciclada.

“La ropa está para usarse de acuerdo a tu necesidad. Entiendo que la ropa hecha a medida es más costosa y por eso la gente acude a la compra de moda rápida, sabiendo que el precio que ellos se ahorran tienen un alto costo en la mano de obra de quienes fabrican esas prendas a precios de regalo. Por eso yo enseño a coser, para que hagas tú misma lo que te gusta, o uses mis patrones y mandes a fabricar con tu costurera de confianza”, explica.

Para la venezolana, impartir este tipo de enseñanza en la etnia pemón la llena de mucha alegría. Afirma que su comunidad es una familia.

“A donde llegue, así sienta que no conozco a nadie, solo por decir que soy pemón, empiezan a buscarme el árbol genealógico para finalmente decir que son mi familia. O en caso de que no, solo por el hecho de ser pemón, ya soy parte de ellos y me reciben y cobijan como si realmente fuese su hermana, hija, tía, prima… Son mi familia”, expresa.

Gracias a su gran comunidad en Instagram, Louza cuenta con una ventana para mostrar las bondades del pueblo pemón, destacar sus costumbres y visibilizarlos ante el resto de la sociedad venezolana, algo que también se ha logrado gracias al aumento del turismo en Canaima, donde esta etnia pemón tiene suma importancia.

La lucha actual de la comunidad pemona es mantenerse alejada de la minería ilegal. En este sentido, Clima 21, el Observatorio Venezolano de Derechos Humanos Ambientales, presentó un informe en 2022 en el que evidenció el impacto de la minería ilegal en Canaima, principalmente en el pueblo pemón que se ve afectado con la aparición de enfermedades como difteria, sarampión, fiebre amarilla y paludismo.

Adicionalmente, el informe destaca que un 35 % de los indígenas en área minera de Canaima presentaron niveles de mercurio superiores a los establecidos por la Organización Mundial de la Salud. Cabe destacar que solo el 30 % de los habitantes de pueblos pemones son mineros.

Sus planes

Las clases de costuras en su comunidad y su proceso de aprendizaje la han hecho comprender que este arte le apasiona. Es por ello que quiere fusionar ambas actividades en su canal de YouTube, donde ella pueda subir contenido cociendo y que estos videos ayudan a otros, que al igual, no tienen recursos para asistir a un centro académico

“Quisiera poder fusionar ambas actividades en mi plataforma virtual de YouTube. Donde yo pueda ser feliz cosiendo y al mismo tiempo subiendo clases para que las demás aprendan también a hacerse su ropa. Con la libertad de poder trabajar así desde cualquier parte del mundo”, detalla.

Como alguien que creció en diversas partes del país, Landaez se define como una aventurera. Es por eso que además de la costura, también sueña con seguir conociendo más allá de las fronteras venezolanas. ”Esta vida es efímera y quiero ser lo más feliz que la vida me permita ser, haciendo lo que me gusta y enseñando a las demás”, concluye. Con Información e Imagen del aliado informativo; la Voz de América (VOA)   #SNNV – #30Nov #VenprensaInforma

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