Ser peatón o peatona te convierte en una persona más sana y feliz y también es un acto de cuidado. Te transportas en armonía con la naturaleza y el medio ambiente, mientras ejerces tu ciudadanía y el derecho a moverte por la ciudad. Sin embargo, para que caminar sea igual para todas y todos, es necesario repensar el diseño de las ciudades desde el caminante y subsanar la inequidad social en infraestructura, plantean especialistas de la Universidad de Chile.
Este 17 de agosto es el Día Internacional del Peatón, jornada que busca crear conciencia en torno a la importancia de la caminata para las personas como tal, pero también como habitantes de las ciudades. Chile es un país urbanizado, casi el 90% de la población vive en ciudades, así que cómo nos movemos por ellas es fundamental para nuestra calidad de vida.
Caminar tiene muchísimas ventajas. Es el modo de transporte más antiguo, es democrático, no contamina -algo muy importante en el contexto de la emergencia climática- y también es saludable. Muchos estudios muestran que este ejercicio moderado mejora la salud física y también la salud mental, un tema muy relevante en relación a la crisis del bienestar en salud mental post pandemia.
La arquitecta urbanista Geraldine Herrmann-Lunecke, del Departamento de Urbanismo de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la Universidad de Chile, afirma que al caminar también ejercemos nuestra ciudadanía. “Caminar es muy saludable pero también es importante para ejercer ciudadanía. Cuando caminamos nos enfrentamos a lo otro, y sumamos seguridad porque mientras más peatones, más seguro es el espacio en general. Todos somos caminantes. Hay muchas corrientes que dicen que caminar es una práctica fundamental de las personas. Es muy bueno y positivo, hay que promoverlo”.
Coincide con este punto la académica del Departamento de Ingeniería Civil y vicedecana de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM) de la U. de Chile, Marcela Munizaga, quien sostiene que ser peatón o peatona, además de ser un beneficio para la salud personal, es una contribución al medio ambiente. “El beneficio para la salud personal viene de hacer ejercicio, realizar una actividad gratificante, y -al mismo tiempo- evitar espacios confinados donde algunos virus podrían propagarse. Mientras que el beneficio para el medio ambiente viene de evitar viajes motorizados, que -según estimaciones- son los responsables de un tercio de las emisiones. Hoy, que estamos en la post pandemia, con crisis de salud, virus contagiosos, crisis climática y altos niveles de contaminación, ser peatón es la mejor opción”, indica.
¿Cuál es el problema que tenemos en Chile? Que la planificación y el diseño urbano están pensados desde el volante de un auto y no con los pies en la vereda, dicen las especialistas. “El paradigma predominante hasta hoy es la ciudad del automóvil, entonces nuestras calles están diseñadas para priorizarlo. Tenemos calzadas sobredimensionadas (de 7 metros en ambos sentidos) y veredas subdimensionadas. Algunas veredas se reducen a 1 metro 20 cm y en condominios sociales, a un metro. Para que pasen dos sillas de ruedas se necesitan veredas de un ancho mínimo de 2.50 metros. Acá también hay un tema de equidad social”, advierte la investigadora Herrmann-Lunecke.
Esto se traduce también en el aumento de la cantidad de vehículos y su velocidad. “Si reduces la calzada, los autos andan más lento. Hay muchos problemas estructurales y tenemos que repensar y rediseñar nuestras ciudades en función de los peatones y de todos los ciclos”, dice la doctora en Urbanismo.
Las encuestas de transporte muestran que incluso en ciudades grandes, como Santiago, al menos un tercio de los viajes diarios son viajes que se realizan caminando. Pero, además de eso, prácticamente todos los habitantes de la ciudad son peatones, al menos en algún momento de las actividades diarias.
“Como peatones, pero también como eventuales conductores, ciclistas o usuarios de transporte público, debemos practicar el autocuidado y la empatía. En una intersección, por ejemplo, pensar no solo en lo que yo percibo, sino también en lo que perciben y ven los otros. Si soy un usuario vulnerable, como un peatón cruzando la calle, debo considerar la visibilidad que tienen los otros usuarios, automovilistas o ciclistas, que van a mayor velocidad. Como automovilista, debo considerar -por ejemplo- el impacto que puede tener en peatones y/o ciclistas que están a mi lado si toco la bocina o si paso por un charco de agua. Estos son ejemplos evidentes de problemas de convivencia vial que ocurren diariamente. Aún tenemos tasas muy altas de accidentes de tránsito, e incidentes de conflicto entre personas”, agrega Munizaga, ingeniera civil en transporte y doctora en Ciencias de la Ingeniería.
Más equidad para todas y todos
Para caminar es necesario tener una buena estructura, veredas niveladas y rampas. En Santiago y en Chile, en general, existe desigualdad, pues en barrios con más recursos las veredas son arborizadas y con pavimentos lisos, mientras que en otras comunas son muy malas, escasas o a veces ni siquiera existen.
“Hay un tema de derecho a la ciudad, de equidad, muy importante. Hay que pensar en que la experiencia de caminar sea placentera por el espacio público, que existan árboles, bancos para que las personas mayores puedan sentarse, etc. Otro aspecto es el tema de género, las mujeres caminan más que los hombres. Hay una tendencia que habla de las caminatas del cuidado, que es caminar con niños, con personas mayores, ir a comprar el pan. Al caminar, cuidamos nuestro entorno y a nosotros mismos”, dice la profesora Geraldine Herrmann-Lunecke.
Esta inequidad se ve también en los semáforos con tiempos muy breves para cruzar la calle caminando. “Los tiempos semafóricos están programados en función de optimizar el flujo vehicular, el lapso para cruzar es muy corto para los peatones. Hay inequidad, la velocidad con que se calcula el tiempo semafórico no corresponde a la de una persona mayor, que camina mucho más lento. Hay un tema de vulneración de derechos y discriminación (…)”, sostiene la arquitecta.
Por esto, es muy importante poner siempre al usuario en el centro, pensar la ciudad desde la perspectiva de quien la habita. Las ciudades caminables son muy apreciadas, hay una tendencia incluso en países que tradicionalmente han sido muy centrados en el automóvil, de buscar ciudades caminables, por la calidad de vida que allí se logra.
“Nos falta mucho todavía para que las ciudades sean amables con quienes la recorren caminando. Hay barrios y sectores que son muy gratos. Por ejemplo, aquellos donde tenemos veredas anchas, segregadas del tráfico vehicular, buena arquitectura y cuidado paisajismo. Hay otros sectores en cambio que son hostiles para los peatones, donde pareciera que los vehículos motorizados tienen la preferencia, como aquellos con autopistas de varias pistas por sentido, donde circulan muchos vehículos, generando ruido y contaminación. Debemos avanzar hacia una mejor planificación de nuestras ciudades, que considere la eficiencia para moverse en la ciudad, pero también la seguridad, la calidad de vida y las interacciones que en ella se producen, que son en definitiva las que hacen nuestro día y nuestra vida mejor”, explica la profesora Marcela Munizaga. Con Información de Carolina Aliaga–Prensa U- de Chile – #SNNV – #17Ago #VenprensaInforma
Venezolana de Prensa
12 Años Escribiendo La Historia, No La Cambiamos
Síguenos en: INSTAGRAM: @Venprensa – YouTube – FACEBOOK: Venezolana de Prensa – TWITTER: @Venprensa Tiktok @Venprensa Venprensa.com