La vida de Carlos Núñez, un chef venezolano oriundo de Maracay, es una de esas historias que conmueven y nos inspiran a seguir adelante, sin importar los obstáculos. Con tan solo 34 años, Carlos ha logrado lo que muchos sueñan: ha traspasado las fronteras de su país y hoy se encuentra haciendo historia en la gastronomía internacional. Desde la Riviera Francesa, donde trabaja como chef en el renombrado restaurante ÔREV, hasta recibir este año un prestigioso reconocimiento en la Guía Gault et Millau, la segunda reseña gastronómica más importante de Europa, Carlos ha recorrido un largo y desafiante camino.
El camino de Carlos Núñez no ha sido fácil. Como muchos venezolanos, se vio obligado a dejar su tierra natal en busca de nuevas oportunidades. Su travesía comenzó en Panamá, donde vivió momentos de gran dificultad. En sus propias palabras, “hubo días en los que dormí en la calle”, pero nunca perdió la esperanza. Fue en ese país donde comenzó a forjarse su destino, no solo por la amabilidad de la gente, sino también por la oportunidad de trabajar en la cocina, un mundo que le había despertado la curiosidad desde pequeño.
Carlos recuerda que su primer contacto con la cocina fue gracias a su abuela, quien, con su habilidad para hacer guisos con tomates frescos, sembró en él la semilla de lo que años después sería su pasión. “Era algo mágico ver cómo con pocos ingredientes, ella lograba transformar un plato sencillo en algo delicioso”, comenta. Esa fascinación por la cocina lo acompañó durante su niñez y adolescencia, aunque no fue hasta más tarde, cuando llegó a Panamá, que pudo empezar a profesionalizar su amor por el arte culinario.
Fue allí, en Panamá, donde una mujer colombiana llamada Luz Amparo se convirtió en su mentora. “Ella fue quien me dio la oportunidad de estar en una cocina profesional”, relata Carlos con emoción. La señora Luz Amparo, con su generosidad y conocimiento, lo guió en sus primeros pasos en el mundo de la gastronomía, abriéndole las puertas a una nueva vida. Gracias a esa oportunidad, Carlos pudo comenzar a trabajar en diferentes restaurantes, donde empezó a pulir sus habilidades y a entender que la cocina no solo era un arte, sino también una forma de emocionar a las personas.
A lo largo de su carrera, Carlos ha tenido la suerte de contar con el apoyo de dos chefs que se han convertido en referentes y mentores clave para su desarrollo profesional: Mauro Clementi y Erick Cabrera. “Ellos fueron fundamentales en mi crecimiento”, asegura Carlos. “Con ellos aprendí que la cocina no solo se trata de sabores, sino también de transmitir emociones a través de cada plato.” Su visión, más allá de la técnica y la perfección, es crear experiencias únicas para quienes degustan sus creaciones. En sus palabras, “la comida no solo alimenta el cuerpo, también alimenta el alma.”
Actualmente, Carlos trabaja en el restaurante ÔREV, en la Riviera Francesa, un lugar que lo ha visto brillar y obtener el reconocimiento de la Guía Gault et Millau, una de las más prestigiosas en el ámbito gastronómico europeo. Para él, este logro representa no solo el reconocimiento a su talento, sino también un homenaje a su Venezuela natal y a todos aquellos que lo apoyaron en el camino. “Este premio no solo es mío. Es un reconocimiento a todos los que, de una u otra manera, creyeron en mí y me dieron una mano cuando más lo necesitaba”, comenta con humildad.
A pesar de los logros, Carlos sigue con los pies firmemente plantados en la tierra. Su visión para el futuro es seguir llevando ese estilo de vida basado en la cocina, creando y transmitiendo emociones, y llevando su pasión por la gastronomía hasta la vejez. Para él, la cocina es un medio para conectarse con los demás y, sobre todo, para dejar un legado. “Mi sueño es seguir cocinando toda mi vida, alegrando corazones con lo que sé hacer”, dice con una sonrisa que refleja su compromiso con su arte.
El mensaje más poderoso que Carlos quiere transmitir es el de la perseverancia. “No pierdas tu norte. A pesar de los obstáculos, cambia las herramientas, pero sigue avanzando”, nos recuerda. Y, de hecho, su vida es el reflejo de ese consejo. A pesar de las adversidades que enfrentó al principio, Carlos nunca dejó que los obstáculos lo definieran. Hoy, es un ejemplo vivo de que, con pasión, dedicación y la ayuda de quienes nos rodean, los sueños pueden convertirse en realidad.
Carlos Núñez es un hombre que ha logrado lo que parecía imposible. Un venezolano que, con cada plato, no solo alimenta cuerpos, sino que también emociona y deja una huella en quienes tienen el privilegio de probar sus creaciones. Desde Maracay hasta la Riviera Francesa, su historia es una muestra de que, no importa de dónde venimos, sino hacia dónde vamos, y cómo el arte de la cocina, cuando se hace con amor, puede cambiar vidas y cruzar fronteras. Carlos Eduardo Escobar.- #SNNV – #3Dic #VenprensaInforma
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