En psicología hay un popular adagio que se le atribuye a Carl Jung que manifiesta que el fanatismo es una sobrecompensación de la duda, es decir que elegimos creer en posiciones radicales ante la posibilidad de estar equivocados, esto nace como una explicación a la toma de posiciones extremistas que está muy vinculada a las respuestas inconsciente del ser humano de luchar en contra de la incertidumbre y la duda.
Aceptémoslo, pocas cosas pueden ser tan aterradoras o desagradables como tener que enfrentarse a un futuro incierto o a nuestras propias miserias, (esto lo pudimos experimentar recientemente, cuando a causa de la pandemia por el COVID-19 se incrementaron los casos de ansiedad, depresión y otros problemas de salud mental). Por tal razón pareciera haber una tendencia de sufrir una especie de sesgo de confirmación colectiva donde si piensas como yo, te defenderé a toda costa, pero si piensas distinto a mí, pues te criticare y no confiaré de nada de lo que provenga de ti, ejemplo social de Venezuela las campañas conspiranoicas de las cámaras espías en los bombillos que regalaba el gobierno Vs la teoría de la ̈»inoculación del cáncer por parte de EEUU¨
Por lo tanto, es comprensible que tengamos una tendencia natural a creer en aquellas ideas radicales que nos ratifican nuestras posiciones absolutistas y que están alineadas a nuestra forma de pensar, porque este tipo de conductas nos evitan el tener que cuestionarnos constantemente y hacerles frente a nuestras propias contradicciones. En Venezuela tenemos el escenario perfecto para evidenciar cómo los sesgos de confirmación nos impiden en ocasiones encontrar soluciones a problemas colectivos. Un caso muy actual que se repite constantemente es lo vivido en las recientes elecciones de Brasil según sea mi posición política en Venezuela corremos a condenar o celebrar la llegada de Lula Da Silva al poder, sin sentarnos a analizar o entender la realidad política de Brasil.
Así sin contexto corremos a condenar el triunfo del partido de los trabajadores de Brasil que si bien se ha visto envuelto en uno de los casos de corrupción más grandes de la historia, también supo capitalizar los errores de la gestión de Bolsonaro quien martirizo la figura del ya bastante populista candidato Lula Da Silva y que también mantuvo durante su gestión un pésimo control de la salud pública durante los primeros meses de la pandemia, llegando al extremo de rechazar vacunas y estudios científicos. Esto por señalar sólo algunos de los elementos complejos que hacen que Brasil obedezca a una lógica política que no tiene por qué ser exclusivamente ideológica.
En la última década ha habido un importante cambio en los procesos de gobierno en el mundo, algunos expertos en la evaluación de los contextos internacionales señalan el final de la era de la democratización que inició en 1974 y culminó con la primavera árabe en 2011. En los años siguientes se ha visto cómo la democracia ha generado insatisfacción en la sociedad, de repente las ideas de libertad y pluralidad son vistas como amenazas o muestras de debilidad, en ciencia política se hace presente lo que se conoce como el fenómeno del gendarme necesario, las figuras autoritarias suelen agrupar mayor cantidad de voluntades debido a que son percibidos como personas de valores y creencias arraigadas.
En la mayoría de la población latinoamericana hay una desaparición del esquema de convivencia de la pluralidad, se valora más la probabilidad de poder perseguir al otro, por encima del respeto a las ideas diversas, que son interpretadas como debilidades. Otra visión que ha favorecido al autoritarismo en la región, es la de ponerle fin a la conflictividad política, por medio de la desaparición del otro (creencia errónea), al menos desde el punto de vista liberal, que reconoce que el conflicto es inherente a la política.
Por lo tanto los venezolanos de bien, nos enfrentamos a un panorama altamente retador pero que sin lugar a duda coloca en nuestras manos la posibilidad de dirimir nuestras legítimas diferencias, para ello debemos superar nuestras creencias limitantes, nuestros sesgos de confirmación que nos apartan de nuestros objetivos colectivos y sobreponer los intereses nacionales por encima de las apetencias individuales, incluso si esto significaré el fin de los partidos políticos tal y como lo conocemos hoy en día.
Una vez entendido esto como una urgencia necesaria, podremos avanzar sobre la construcción de soluciones sociales para finalmente dar inicio a la reconstrucción de la fibra social y la confianza en las instituciones sociales del país.- José Leonardo Caldera –Psicólogo – Lcdo. en Ciencias Políticas –Jefe de fracción de UNT CLEZ-#SNNV – #LibreOpinión #7Nov #VenprensaInforma
Venezolana de Prensa
12 Años Escribiendo La Historia, No La Cambiamos
Síguenos en: INSTAGRAM: @Venprensa – YouTube – FACEBOOK: Venezolana de Prensa – TWITTER: @Venprensa Tiktok @Venprensa Venprensa.com