Robert Alvarado @robertveraz
En mi linda Barinas se percibe una sensación de angustia, consecuencia de una larga espera de resultados electorales relacionados con el cargo de Gobernador, existen actas que no aparecen y muchos dicen que estarían en una dependencia militar, para rematar dispusieron un reconteo pedido por un factor no identificado. “Quien espera desespera Me suelen decir Yo no pierdo la esperanza”, dice la letra de la canción de los hermanos Simón, “Haceme sufrir”, en la que la espera se mide en la larga duración del resto de una vida, algo así como lo que nos ha tocado estar por recuperar la democracia. Esta circunstancia, nada inédita, pero si previsible, se inserta en la arbitrariedad a la cual nos han querido acostumbrar, a que las cosas no son como son sino como quiere que sea el régimen.
En estos momentos, detenerse a hablar de la supuesta eficacia de un sistema electoral pregonado a nivel mundial como uno de los mejores, es perder el tiempo con una verdad de perogrullo, de lo que se trata, a mi modo de ver, es de un vulgar escamoteo, que nada tiene que ver con ese ensalzado sistema, mediante el cual se pretende ridiculizar el rechazo hecho voluntad electoral y, por efecto de la cabra electoral en ciernes, protesta cívica contra la trampa hecha política y proyectada justamente donde nació el padre de la creatura, en la que se estaría operando un posible punto de quiebre, no tanto por el eventual reconocimiento de la victoria del opositor como por el hecho de que un número significativo de ciudadanos reclamen férreamente una victoria que se pretende hacer a un lado, sin esa voluntad aguerrida, que se siente en las calles, difícilmente podría reclamarse victoria alguna, por más evidente que fuese.
Hay quienes hablan de un conflicto de intereses que trascienden lo meramente electoral, una confrontación que habría tomado por sorpresa a la familia del difunto eterno y también a quienes en el gobierno pensaron que sólo era cuestión de imponer la reelección tan pronto culminara el proceso eleccionario del 21N. Pues resulta que la cosa se complicó hasta para Nicolás, quien a esta hora debe seguir en un dilema que sólo admite la complacencia de un bando, con consecuencias imprevisibles no tanto si dejan a los Chávez por fuera, lo cual coincidiría con el propósito que le atribuyen de querer desmarcase de ellos, más bien por acentuar las muy bien disimuladas disputas internas, especialmente desde que el barranquillero cayó en desgracia.
Al parecer por ahí vienen los tiros, según fuentes palaciegas que algo de eso habrían escuchado, intereses relacionados con el procesado a quien le acaban de adelantar la audiencia en el norte estarían reclamando para sí la Gobernación del estado Barinas, nunca dieron como un hecho la victoria, precisamente por la trampa latente en el proceso, pero una vez que vieron posibilidades ciertas de vencer, decidieron mostrar sus cartas, no lo dudaron. En consecuencia, se trancó el pedal, y bien trancao, cosa difícil de creer cuando los revolucionarios en cuestiones electorales no se caen a pasiones, basta recordar lo que hicieron en Bolívar, de frente se pasaron la victoria de Andrés Velásquez por el arco del triunfo, rapidito. ¿Por qué en Barinas no lo han hecho?
La pregunta anterior me hace volver, en primer lugar y de modo relevante, a la voluntad férrea de quienes se han volcado a la calle como elemento convincente para no hacer de la trampa un espectáculo vulgar; y, en segundo lugar, al conflicto de intereses en cuya solución la balanza, cual péndulo, hasta esta hora que escribo no había marcado una tendencia favorable hacia alguno de los candidatos en disputa, hecho que nos muestra una arista interesante, el especial cuidado que presta el régimen a circunstancias que pudiesen perturbar o trastocar el autoritarismo hegemónico, con rasgos totalitarios, ejercido en Venezuela prácticamente sin ningún tipo de contrapeso.
Por otra parte, ese limbo en los escrutinios ocasiona un impacto en el normal desenvolvimiento de la población, añade adversidades y conflictos a los ya existentes, derivados de los acontecimientos que se vienen sucediendo desde el mismo domingo 21 en la noche. Comportamientos, emociones y pensamientos a flor de piel han dado lugar a un ciclo emocional que espero no produzca traumas ni crisis, muchos menos duelo, a nivel personal y social, como ocurrió en otro estado con saldo luctuoso. Alguien me dirá, ¡qué importa!, nosotros llevamos un estilo de vida en modo crisis, sin percatarse que la prevalencia de la trampa implicaría el sufrimiento sostenido del cual muchos aspiran deslastrase, claro, faltaría ver si un cambio de timón operaría en sentido contrario.
A todo evento, la circunstancia planteada, aparte de la afectación que pudiese implicar, favorece el fortalecimiento de los factores democráticos en esta región llanera y, por ende, la recuperación de la democracia, de la justicia, del Estado de Derecho, habida cuenta que en el estado Barinas no habría hecho estragos la dispersión o multiplicidad de candidaturas opositoras. Y eso no es poca cosa, comporta un espacio ganado en cuanto a organización y cohesión, que en la ejecución de proyectos políticos a nivel del estado y los municipios tiene su máxima expresión. Y de esa realidad nace otra fortaleza, la capacidad de ubicarse en contexto para apoyar la recuperación de la democracia, por la que apostamos todos, de ahí la firme decisión de no dejarse escamotear un logro, cuya cristalización no sólo alienta a los barineses.
Frente a esto debemos reconocer que esta situación no da cuenta de la efectividad del sistema electoral, le restó encanto a un proceso ideado para realzar una legitimidad inexistente en el ejercicio de la gobernabilidad, pero el sentido contundente y asertivo en la conducción de las acciones de la oposición en Barinas trascendió la significación opaca que se le ha atribuido a nivel nacional bajo el etiquetamiento de aliada del régimen y eso nos coloca en un contexto de confianza en el trabajo y la visión de lo que están haciendo en Barinas los factores democráticos, con base en un esfuerzo cooperativo que hace posible la reciprocidad en el empeño de contener un escamoteo ideado sobre la base de una sucesión cuasi dinástica, en la cual se avizoran más debilidades que fortalezas. Como suelen decir, ánimo, si se puede.
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