Representantes de Naciones Unidas y una organización humanitaria están en conversaciones con los talibanes en medio de nuevos llamados para que los gobernantes de Afganistán suspendan lo que algunos describen como una “peligrosa campaña” para excluir a las mujeres de la vida pública.
Recientemente, la jefa de comunicaciones de la ONU, Melissa Fleming, dijo que “la sistemática campaña de las autoridades de facto del país para borrar a las mujeres de la vida pública y negar su contribución es una acción autodestructiva extraordinaria”.
Markus Potzel, el enviado de la ONU para Afganistán, celebró reuniones con altos ministros talibanes en Kabul para exhortarlos a levantar la prohibición a la educación para las mujeres y su trabajo en grupos humanitarios, citando las deterioradas condiciones humanitarias en la nación.
El encuentro del domingo fue con el ministro para la promoción de la virtud y la prevención de vicios, encargado de interpretar y hacer cumplir la visión islámica de los talibanes.
Las “más recientes prohibiciones discriminatorias de los talibanes contra las mujeres impiden que una asistencia vital llegue a los afganos y golpearán a la economía de Afganistán”, dijo Potzel a Muhammad Khalid Hanafi, según su oficina.
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El mes pasado, los talibanes prohibieron abruptamente a las mujeres afganas trabajar para las oenegés nacionales e internacionales, alegando que no estaban usando el velo islámico como está decretado.
Los representantes de la ONU dicen que la medida obligó a suspender de inmediato muchos de los programas humanitarios en un país donde millones de personas necesitan asistencia urgente.
El Consejo de Seguridad de la ONU tiene programado debatir en privado el próximo 13 de enero la suspensión afgana.
Mientras tanto, el secretario general del Consejo Noruego para Refugiados (NRC), Jan Egeland, llegó el domingo a Kabul para tratar de convencer a las autoridades talibanas a que permitan a las mujeres trabajar en oenegés.
Jan Egeland es el primer director de una organización humanitaria que visita el país desde la directiva que entró en vigor el 24 de diciembre.
“Nuestras oficinas están casi vacías y todas las operaciones está paralizadas en Afganistán”, escribió Egeland en Twitter. “Sin personal femenino y masculino no podemos reanudar nuestro vital trabajo de asistencia. No podemos llegar hasta las mujeres y los niños sin personal femenino”.
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Egeland advirtió que su organización respeta “todos los valores tradicionales afganos de vestimenta, viajes y trabajo”, pero dijo que las 469 empleadas de NRC “son esenciales” para asistir a 700.000 afganos, mujeres en particular.
“Nos deben permitir reanudar nuestro trabajo con todo el personal o se perderán vidas”, dijo.
NRC prestó asistencia a unas 850.000 personas en Afganistán el año pasado en sectores de agua, sanidad, albergue y educación.
Los talibanes han impuesto grandes restricciones a las mujeres desde que regresaron al poder en agosto de 2021. Les ha prohibido trabajar en muchos lugares y asistir a las universidades y escuelas secundarias. Las mujeres no pueden visitar parques y gimnasios, y tienen que cubrir su rostro en público.
Melisa Fleming dijo también que “ningún país puede darse el lujo de excluir a la mitad de la población de la sociedad. Las mujeres y las niñas son cruciales para el futuro de Afganistán”.
Los talibanes han rechazado las críticas, alegando que las medidas se ajustan a la cultura afgana y cumplen los requisitos de la ley islámica del Sharía. Con Información e Imagen del aliado informativo; la Voz de América (VOA) –#SNNV – #10Ene #VenprensaInforma
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